Centro de Estudiantes de Humanidades

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martes, marzo 28, 2006 

A 30 años del golpe

1976 - 24 de marzo - 2006

30 años de impunidad y represión
30 años de saqueo
30 años de hambre
¡30.000 razones para seguir luchando!

Centro de estudiantes de Humanidades

Los compañeros desaparecidos, asesinados, exiliados, presos políticos, no fueron utópicos ni aventureros. Creyeron que era posible la transformación de esta sociedad desigual que aún hoy persiste y fueron consecuentes con ello. Las organizaciones sindicales, políticas, sociales y estudiantiles gestaron históricas luchas y vieron crecer la posibilidad de la revolución en cada una de sus acciones. Sus banderas fueron pan, trabajo, educación y salud para todos. El fuego de sus luchas exigía no más excluidos ni explotados e iluminaba el camino hacia la liberación.
Para detener este avance del campo popular, el golpe cívico-militar del ’76 vino a imponer un proyecto de país muy diferente. Para lograrlo, recurrió al genocidio de estado con el fin de destruir a las organizaciones populares, exterminando a los luchadores y sometiendo por el terror a los argentinos.
En la Universidad de Mar del Plata, la Facultad de Humanidades fue uno de los principales blancos de la dictadura. Cinco carreras fueron cerradas: Ciencias Políticas, Filosofía, Ciencias de la Educación, Sociología y Antropología. Cuatro de ellas aun no fueron reabiertas. Decenas de estudiantes y docentes fueron secuestrados y desaparecidos; cientos expulsados y perseguidos. El Centro de Estudiantes fue cerrado y la Facultad intervenida; los militares designaron a dedo a la autoridades, quienes modificaron los planes de estudio al servicio de ese nefasto proyecto de país.

Las clases dominantes siguieron imponiendo sus políticas durante los gobiernos constitucionales posteriores. El genocidio del terrorismo de Estado se continuó con el genocidio económico. Durante estos años el imperialismo, los terratenientes y los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros han dictado políticas que profundizan la crisis estructural del país y agigantan la desigualdad. Fueron entregadas nuestras empresas estratégicas del agua, electricidad, petróleo, ferrocarriles, gas y se afirmo la patria financiera. Unos pocos acumulan enormes riquezas mientras que millones perciben un ingreso mínimo que ni siquiera les garantiza la subsistencia.
La impunidad quedó asegurada con las infames leyes de obediencia debida y punto final ideadas por el gobierno de Alfonsín (con la complicidad de su brazo universitario, Franja Morada) y definitivamente rubricada con los indultos de Menem. Gracias a estas terribles medidas cientos de genocidas fueron dejados en libertad y jamás pagaron por su actuación en el plan de exterminio más siniestro del que se tenga memoria en nuestro país.
Pero a la vez hay otra Argentina; la de la resistencia popular, la de la lucha contra todas estas políticas hambreadoras y la que gesto un punto de inflexión en las heroicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. La oleada de piquetes, puebladas y paros que se venían sucediendo, desbordó en esas jornadas que sacudieron a la Argentina hasta sus cimientos abriendo una nueva etapa, donde la consigna “Que se vayan todos” expresó el repudio a la renovada realidad de impunidad y entrega.
Al inicio de su gobierno, Kirchner tomó algunas medidas referidas a Derechos Humanos que parecieron alentadoras. No interfirió en la lucha por la anulación de las leyes de impunidad, inicio la entrega de la ESMA y creó comisiones para la búsqueda de jóvenes apropiados. Hoy, después de dos años, estas medidas distan de ser efectivas porque carecen de la decisión política que las impulsen. Las causas reabiertas se encuentran cajoneadas por supuestas faltas de recursos en los juzgados. La comisión que colaboraría con la búsqueda de jóvenes apropiados sólo tiene respuestas burocráticas ante los pedidos de investigar a miembros de las fuerzas de seguridad involucrados.
Estas falsas concesiones en DDHH acentúan la impunidad: muchos genocidas continúan libres cobrando sus jubilaciones y recibiendo asistencia en hospitales militares, mientras que miles de trabajadores y desocupados carecen de cualquier tipo de cobertura social. Kirchner con una mano descuelga los cuadros apolillados de los viejos represores que ya no pueden prestarle servicio alguno, mientras que con la otra asciende y protege a los cuadros represivos actuales, como a los asesinos del Puente de Corrientes y a los del 19 y 20 de Diciembre.
Mientras los juicios contra los genocidas avanzan a paso lento, permitiendo que muchos de ellos caminen impunemente por las calles, este gobierno mantiene en sus cárceles a numerosos presos políticos; presos por luchar contra su modelo. Durante el gobierno de Kirchner hay más presos políticos que en todos los gobiernos constitucionales anteriores. Contradiciendo sus promesas, el gobierno obstaculizó la sanción de amnistía y el desprocesamiento de los luchadores.
Las amenazas y ataques que están recibiendo los trabajadores no son casuales: buscan disciplinar a los luchadores en momentos en que sectores importantes de la clase trabajadora empiezan a mostrar nuevamente su capacidad de lucha. Como hecho de las últimas semanas, además de la represión en la ruta a los trabajadores de Gandara, se colocó en el centro de la opinión publica del país la represión a los petroleros en huelga de Santa Cruz y la persecución a sus dirigentes en medio de una campaña mentirosa que pretende inculpar a los trabajadores y el pueblo de Las Heras en la muerte de un policía. Denunciamos la militarización de la provincia de Santa Cruz con la ocupación de la gendarmería y exigimos el inmediato retiro de esta fuerza represiva.
Día a día crece la represión, las causas contra los luchadores populares y la criminalizacion de la pobreza. Así, miles de jóvenes son torturados y mueren cotidianamente en las comisarías y cárceles de nuestro país, como en la masacre del Penal de Magdalena.
Con el reciente pago al FMI, Kirchner convalidó una deuda ilegítima, fraudulenta e inmoral que inició la dictadura. Pagar la deuda fue, es y será a costa del hambre y la miseria del pueblo. A pesar de los índices oficiales que aseguran un crecimiento económico, el hambre es una realidad que persiste. Solucionar los graves problemas de desigualdad de nuestro país y de nuestro pueblo requiere medidas de fondo que este gobierno no esta dispuesto a tomar.
Pero está el pueblo, que a pesar del miedo y el terror que quiso imponer la dictadura, nunca dejó de luchar. Hoy somos miles en Argentina y en toda Latinoamérica los que salimos a las calles. Los obreros y estatales luchando por aumento de sueldos; los estudiantes y los docentes por más presupuesto; los desocupados por pan y trabajo; los campesinos y pueblos originarios por sus tierras.
Enfrentando incansablemente todos los embates, estuvimos, estamos y estaremos cada 24 de marzo en la Plaza de Mayo y en todas las plazas del país para mantener vivo el recuerdo de nuestros 30.000 compañeros desaparecidos; para exigir castigo a los culpables del genocidio; y para seguir luchando por la Argentina por la que dieron su vida. Por esa Argentina nos comprometemos, impulsando la más amplia unidad de nuestro pueblo, a seguir dando nuestro presente en la lucha hasta conseguir que el país que soñaron se haga realidad. Una Argentina liberada de la opresión imperialista y de la explotación.